Entre Cruces y Padrón la parada casi obligada es Iria Flavia, conocida igualmente como Santa Maria de Adina y en donde, cuando los romanos imponían su ley, confluían un total de siete vías.
Ahí sí que son palabras mayores, porque se trata de una de las iglesias más antiguas de Galicia. Antigua Sede Episcopal y primer templo mariano del mundo. Vespasiano (Tito Flavio), emperador romano elevó a Iria a la consideración de municipio y a partir de entonces se le llamó Flavia. San Agatadoro, fue el primero en ocupar la silla episcopal, en el año 40 de nuestra Era.
Teodomiro, Obispo de Iria, con todo su séquito de canónigos, fue el que descubrió el sepulcro de Santiago el Mayor un 25 de Julio del año 813., de ahí la gran importancia en la tradición jacobea. Despues del descubrimiento de las reliquias del Apóstol Santiago la importancia de Iria-Flavia pasó a Santiago que crecía con la misma rapidez que este cabildo iriense declinaba pero actualmente sigue siendo un lugar de culto en la tradición jacobea.
El Pedrón, las Peñas y la Iglesia de Iria, son los tres pilares de la cuna jacobea, siendo de esta manera que el mito de Santiago nació en Padrón.
Iria Flavia no impresiona tanto por su edificio -aunque sí llaman la atención las torres escalonadas- como por su historia: en dicha Iglesia se encuentran enterrados 28 Obispos Santos ya que los alrededores fueron desde siempre cementerio (y donde, actualmente, los arqueólogos se encargaron de sacar a la luz una buena relación de sarcófagos antropomorfos y otra serie de objetos). En el cementerio de Santa Maria de Adina pidió y fue enterrada la gran poetisa Rosalía de Castro hoy en el Panteón de Gallegos Ilustres, en Santiago de Compostela.
El primer templo fue levantado paralelamente a la introducción del cristianismo, y a finales del siglo X Almanzor lo redujo a cenizas.
El arzobispo Gelmírez, en el siglo XII, ordenó la reconstrucción del edificio, que hace más de dos siglos y medio sufrió una muy completa remodelación.
Hoy, en el interior, vidrieras, la capilla del Obispo de Quito y los sepulcros de obispos irienses detienen la mirada, como sucede con el timpano -representando la Adoración de los Reyes- en el exterior.